Al igual que un buen vino es reflejo de su terruño, una ostra captura la esencia del mar.
Como su hermano el mejillón, las evidencias más antiguas del consumo de ostra datan del siglo IV a. de C., siendo el desarrollo de su extracción más intenso a lo largo del siglo XIX.
Arcachon es la zona de las costas francesas donde la industria de la ostricultura alcanza categoría de arte, y uno de sus expertos nos enseñará cómo y de qué manera degustar este fruto del mar, recogido en una cuna de nácar.